FRAN PERAL

Mi andadura en el mundo del montaje de moscas comienza allá por el año 1995, cuando asisto a un curso que se impartía en Avilés, mi ciudad natal. Era una época difícil en cuanto al material de montaje se refiere, nada que ver con la actualidad, donde disponemos de infinidad de marcas que nos ofrecen materiales de gran calidad para casi cualquier propósito. Pot aquel entonces, digamos que había que tirar de imaginación en muchos casos.

Hoy en día, con la entrada en escena de las ninfas y el tungsteno, que tanto revolucionaron el sector, el cambio de tendencia para evidente. Sin embargo, tanto como montador como pescador, me resisto a perder ese encanto de años pasados y disfruto de la esencia del lance y la pesca en superficie, algo que sin duda llevamos dentro de nuestro ADN como pescadores a mosca.

En 2017, decidí dar el salto al montaje de ninfas, fijándome en referentes como Davie Mcphail, Barry Ord Clarke o el gran Pasi Järvinen, y trato de hacer mis primeros montajes semi-realistas con resultados desastrosos.

Pronto me doy cuenta de que el aprendizaje de este tipo de montajes es largo, requiere mucha dedicación y paciencia hasta conseguir los resultados esperados y, aun así, nunca se deja de aprender y evolucionar.

Actualmente le dedico poco tiempo a este tipo de montajes semi-realistas y otros estilos más prácticos, tanto en secas como en ninfas, han ocupado un lugar predominante en mi torno.

Han pasado unos cuantos años ya desde aquellas primeras truchas en las pequeñas cuencas costeras de Asturias, las primeras con moscas propias, pero aún recuerdo esa satisfacción; la de aquella trucha con esa hormiga de ala hecha con hilo negro y pluma grizzly. ¡Me enganchó!

Muchas cosas han cambiado desde entonces: el agua, el río, los peces y la gente, sobre todo la gente, sin embargo, esa satisfacción sigue ahí.

Captura y Suelta.