PESCANDO SENSACIONES

Hola, ¿qué tal estás? Antes de comenzar con este artículo, quiero hacerte una pregunta: ¿cómo disfrutas de la pesca?

Si pudiéramos mantener esta conversación, tus respuestas me darían muchas pistas sobre qué tipo de pescador eres, pero como esto no es posible, me limitaré a darte mi visión sobre la pesca con mosca.

La pesca con mosca es una pasión que lleva siglos corriendo por las venas de pescadores de todo tipo, condición y localización. Estoy seguro de que esa pasión es similar, sin importar mucho si hablamos de un pescador actual que “cabalga” por los ríos españoles o un pescador de Montana de finales del siglo XIX. Pero, todo podría cambiar y mucho, si lo que tratamos es la forma en la que uno y otro afrontan la pesca con mosca.

Nosotros, los pescadores del siglo XXI, somos muy afortunados: tenemos mucha más información que cualquier otra generación, unos materiales mejores en todos los ámbitos y muchas más posibilidades para desplazarnos a distintos ríos. No importa si tenemos que ir a otra comarca, otra provincia o incluso otro continente – nunca ha sido tan fácil ir   a pescar. Podría enumerar decenas de factores que deberían mejorar la calidad en nuestros días de pesca, pero no creo que eso provoque que un pescador obtenga mejores sensaciones que otros de época pasadas, y no me vale eso de: es porque ahora hay menos truchas, hay muchos casos en el que es justo al contrario, pero eso es otra historia.

Nos ha tocado vivir en un mundo difícil,  lleno de prisas, de estrés y de exposición social. Quizás estas circunstancias nos dominan hasta tal punto que, en ocasiones, no somos conscientes de ello y terminamos normalizando ese tipo de conducta. Es frecuente ver pescadores que van rápido de un lado a otro, que cambian de tramo (o de río) varias veces a lo largo del día… En definitiva, esa visión del pescador paciente  que espera el momento adecuado para entrar en acción es cada vez más complicada de encontrar y, con ello, creo que perdemos parte de ese aura que envuelve al pescador con mosca. La pregunta es: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Pues, no creo que sea fácil encontrar la causa y, posiblemente, sea una conjunción de varias. Mucha gente echa la culpa a las redes sociales y a la continua búsqueda de repercusión en las mismas, pero no creo que ese sea el factor más determinante. Opino que, en general, tenemos una sociedad basada en la búsqueda del éxito, hasta tal punto que podría decirse que somos sus esclavos. Vivimos en un mundo muy competitivo, en el que todo tiende a medirse o contabilizar y que, si lo traducimos a nuestra pesca con mosca, la única forma de cuantificar nuestra actividad es a base de números. Ya sea cantidad o tamaño, parece que todo tiene una medida y eso con demasiada frecuencia nos acerca a una frase un tanto sombría: el bien justifica los medios. Puede que esa necesidad de resultados provoque que, a menudo, nos perdamos pequeños detalles que giran alrededor de la pesca y que, bajo mi punto de vista, son los que marcan realmente la diferencia. Ya lo dijo el gran artista Miguel Ángel: la perfección no es una cosa pequeña, pero está compuesta de muchas cosas pequeñas.

Llegados a este punto, sería absurdo negar que a todos nos gusta pescar un gran pez y que muy posiblemente, tenemos el ego suficiente para querer tener una buena fotografía con ese él. Pero, si os soy sincero, desde hace unos años, cuando echo la vista hacia atrás y pensando en jornadas de pesca de hace tiempo, lo primero que viene  a lamente son cientos de pequeñas anécdotas que me han ocurrido en el río y, muy pocas veces recuerdo  capturas. Eso empezó a cambiar absolutamente mi forma de pescar. Un camino hacia una pesca más tranquila, con muchas menos batallas, pero llena de sensaciones. Pienso que la pesca con mosca es una actividad con una gran amplitud de interpretaciones y cada una de ellas tendrá su propia cuota de público. Por mi parte, cada vez me siento más como un pescador atípico y la pesca con mosca tiene sentido solo si va acompañada de algo más que sacar un pez. Pesco con mosca por su estrecha relación con la belleza y, si esa relación se rompe por algún lado, mi interés disminuye de forma exponencial. Me es mucho más fácil recordar un pez en concreto, si su captura vino precedida un lance complicado, una vista espectacular o algo que rompa la monotonía, y es que amigos, al río se va con  los sentidos preparados para recoger sensaciones.

Y entonces, ¿qué más se puede hacer cuando sales a pescar? Quizás no soy quien para aconsejar a nadie, pero si quieres realmente relajarte cuando vas al río, el próximo día que estés ahí, prueba a buscar una piedra cómoda en la orilla, siéntate mientras tomas una taza de café o té y observa, con los ojos bien abiertos, no solo con  ojos de un pescador y, por supuesto, afina bien tu oído.

Ten paciencia, trata de evitar la presión por engañar a un pez y no cuentes los minutos. Estoy seguro de que si no sueles hacer esto, podrás sorprenderte de la cantidad de cosas que ocurren en un río. Y digo más, no solo podrás ver cosas interesantes, sino que también aprenderás mucho y podrás mejorar, a base de observar.

Con respecto a esto último, vienen a mi memoria recuerdos de la infancia. Desde muy pequeño sentí un interés desmesurado por la pesca, pero en mi familia no había ningún pescador que pudiera enseñarme, y la única forma en la que pude ir aprendiendo algo era de los pescadores del pueblo que iba encontrando por el río. Rápidamente, me di cuenta de que se aprendía más de unos que de otros y especialmente uno llamó mi atención. Él era ya un señor muy mayor que, poco a poco, fue aceptando que yo fuera detrás de él y un día me dijo una frase que me marcó mucho en mi vida como pescador: Si quieres aprender a pescar, tienes que mirar, pero no mirarme a mí, tienes que mirar al río, aprende a identificar lo que está pasando en él, y cuando sepas lo que ocurre, te va a ser mucho más sencillo pescar. Aún hoy en día sigo usando esta lógica, casi al pie de la letra.

Para mí, no hay nada como pasar tiempo por el río, con caña en la mano o sin ella. Pudiendo apreciar cómo huele la menta de la orilla, como las moscas emergen del agua y despiertan a todos los habitantes del río, da igual si llevan encima escamas, plumas o vadeadores, a veces es así de sencillo, pero en ocasiones (muchas), todo es más complejo y se necesita tiempo, paciencia y ganas de aprender. 

Por ello, a cualquier pescador que me pregunta sobre qué mosca debe usar, le digo: la que la trucha esté pidiéndote. El ansia por pescar a una trucha suele conllevar a la precipitación y esta como si fueran piezas de dominó cayendo una tras otra te lleva al fracaso. Lo mejor es simplemente esperar, dejar que el pez coma tranquilamente, que repita una y otra vez. Así tendrás mucha información para afrontar el lance. Puedes ver el nivel de actividad y agresividad que tiene. Una trucha que se mueve lejos para comer una mosca será una trucha más fácil. En función de cómo se comporta cuando come, te dirá la  mosca que está buscando y en qué estado, incluso te indicará cuál es su nivel de dificultad, porque la trucha que sabe “del tema” se pone en sitios complicados donde hacer una deriva adecuada es complejo. 

Todo esto se puede aprender de forma mucho más rápida si alguien te cuenta todos esos pequeños secretos, pero a veces el camino largo, donde tienes que pensar en la solución del problema es mucho más interesante. De hecho, creo que son los grandes fracasos los que más estimulan al cerebro de un pescador inquieto. Porque te hace pensar en estrategias, en bajos de línea, en patrones de moscas y un número interminable de cosas que te permiten seguir pescando mientras vas en el coche, mientras estás comiendo, cuando paseas a tu perro o estando en el trabajo. Y ese tipo de cosas son las que marcan la diferencia.

Escribir este artículo me ha resultado más complicado de lo que podría parecer al principio porque hablar de tus sensaciones no es sencillo, pero si me pregunto a mi mismo, ¿quién crees que es la persona que más disfruta en el río? Tengo muy claro, que la respuesta acertada no es el que más o más grandes peces captura, porque si basas tu felicidad en el número o el tamaño, el día que no pescas nada no disfrutas, y los días que no se pesca nada, también son días de pesca, incluso a veces son mejores que los días buenos!!

Salud y buena pesca.

4 respuestas a «PESCANDO SENSACIONES»

  1. Avatar de Francisco Javier Gonzalez Garcia
    Francisco Javier Gonzalez Garcia

    `Me gusta. Gracias.

  2. Avatar de roberto
    roberto

    Gran artículo y gran verdad

  3. Avatar de pedro izquierdo de miguel
    pedro izquierdo de miguel

    Bonita reflexión!

  4. Avatar de Jose luis casaseca
    Jose luis casaseca

    Gran artículo,con el q ne identifico plenamente.Yo añadiría la grandiosidad del paisaje del río y su entorno.

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