En los últimos meses, un gran amigo se ha iniciado en esto de la pesca de salmón con sedal pesado. Como en la vida, a veces las curiosas preguntas de un niño enseñan más al interrogado que al que muchacho, y es que a todos nos falta tiempo para reflexionar, máxime cuando se trata de cuestiones que uno, a base de práctica, ya tiene interiorizadas y da por sentadas. Llamemos pues a este proceso, reaprendizaje.
A mi modo de ver, es tan esencial ser consciente de lo que hacemos y porqué lo hacemos, como llevarlo a cabo por primera vez. Solo de esta forma arrojaremos un poco de luz a aquellos nuevos escenarios o situaciones novedosas que nos obliguen a salir de nuestra zona de confort.
Precisamente, una de sus preguntas me llevó a reflexionar más en profundidad sobre la cascada de pensamientos y decisiones, muchas veces inconscientes, que tomamos cuando hacemos frente a cualquier escenario de pesca.
Concretamente, y en esta ocasión, su pregunta fue tan sencilla y a la vez compleja como: ¿Y tú cuando llegas a un pozo que no conoces, por dónde empiezas?
Puede parecer una pregunta inocente, pero hay mil consideraciones al respecto. Multitud de variables que un pescador, de forma consciente o inconsciente, mide y sopesa de un solo vistazo y le guían en toda la cascada de decisiones que tendrá que afrontar si quiere tener éxito.
Nos dilatamos en aquel momento en una larga conversación sobre observación, caudales, tiros de agua, profundidad, querencia de los peces, temperatura del agua, climatología, luz, presión de pesca, velocidad de pesca, lanzado, moscas y… también líneas, por supuesto.
Le dije: – «Si no conoces el pozo, empieza por una línea flotante.»
Me respondió sorprendido: ¿Flotante? ¿Pero si nadie pesca ya con flotante».
La réplica, confieso que para quitarme el interrogatorio de encima, fue sencilla: «Se ha pescado toda la vida con ella, por qué no se va a pescar ahora.».
Lo cierto, es que este consejo esconde mucho más de lo que a simple vista puede parecer y tiene muchas ventajas, que intentaré desgranar a continuación:
1 . Si eres novato, lanzarás con mucha mayor facilidad. El levantado será más sencillo y todas las fases del lanzado más ágiles, pudiéndote centrar más en la pesca y menos en el lanzado. Lo observo permanentemente con mis clientes. El día de pesca se convierte en una sesión de 12h de práctica de spey. Están tan centrados en el próximo lance, que olvidan que donde la mosca pesca es en el agua y las derivas deben de ser conscientes y dirigidas. El lanzado, debe de ser la fase mecánica e inconsciente de esta actividad. Lleva tiempo, claro está, pero a eso debemos aspirar. En el agua pasan muchas cosas, hay que leerla y escucharla a cada segundo, y adecuar nuestra deriva, su ángulo de ataque, correcciones, etc. en cada lance.
2. Serás más discreto y alterarás menos a los peces. Si alguno está de humor, no dudes de que subirá a por tu mosca. Si no están de tan buen humor o tienen el día perezoso, apenas notarán tu presencia y seguirán a lo suyo, permitiendo que en una segunda pasada, esta vez con una línea más hundida, vean la mosca más de cerca y/o a otra velocidad.
3. Aprenderás cómo funciona una deriva aguas abajo y todas nuestras posibles correcciones o interacciones con la línea.
Cuando pescamos con líneas hundidas o con una gran parte de la misma de hundimiento, es difícil ser plenamente consciente de cómo está pescando nuestra línea y por consiguiente, qué está haciendo nuestra mosca, especialmente si no somos avanzados en la materia. Además, cuesta sacar conclusiones claras sobre qué ocurre cuando hacemos un mending aguas arriba o aguas abajo, también sobre cómo corregimos. No vale cualquier forma de corregir, ni todos los movimientos de nuestra caña son igual de efectivos. También podemos incidir únicamente sobre un segmento de la línea o hacer que la corrección llegue hasta la mosca, en función de la amplitud y la tensión de nuestra corrección. Por supuesto, también serán fácilmente advertibles las diferencias de velocidad que provoca la posición de nuestra caña y nuestra posición en el río, que conllevan una variación en el ángulo de ataque de nuestra línea y por consiguiente, una velocidad mayor o menor. Y esto, que aquí leído sirve para poco más que para llenar unas líneas, en el agua es de gran utilidad y fácilmente visible si lo ejercitamos con una línea flotante y nos ayudará a tomar consciencia de todo ello para cuando estemos pescando con material más pesado.
4. Conocerás el pozo más allá de lo meramente visual. Con el tiempo, uno desarrolla un sexto sentido para adivinar cómo funciona el agua, pero con el tiempo. Y como todos los sentidos, falla.
Una línea flotante en un pozo que desconocemos es como una avanzadilla, una linterna en la penumbra de una senda que no frecuentamos. Observando su comportamiento en cada una de las secciones del pozo, descubriremos tiros de agua que no éramos capaces de adivinar. Nos enseñará con claridad dónde hay remolinos o zonas paradas y donde la velocidad y flujo parecen adecuados para que un pez esté aposturado. Y por supuesto, nos trazará con claridad la estrategia y dónde debemos corregir y cómo debemos actuar sobre nuestra línea para que nuestra mosca pesque siempre de la mejor forma posible.
Pruébalo esta temporada y te aseguro que no estarás perdiendo el tiempo, si no invirtiéndolo.
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